miércoles, 2 de diciembre de 2009
Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet
1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial -un organismo dependiente del ministerio de Cultura-, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.
martes, 6 de octubre de 2009
La ciencia en España no necesita tijeras
Cualquiera con dos dedos de frente sabe qué hay que hacer para salir del pozo: encontrar nuevos nichos de negocio, nuevas formas de producir más eficientes y baratas, nuevas formas de producir energía, nuevas maneras de conseguir el mismo confort del que disfrutamos hoy en día pero consumiendo menos recursos: materias primas, energía, y generando, en definitiva, menos residuos. ¿Es esto tan difícil?
Pues sí, hacer todo eso es difícil, para ello se requiere, inexcusablemente, de la investigación científica. Sin ella estamos perdidos. La investigación científica no es un lujo de ricos, es la base de todo nuestro mundo. La investigación científica es el pedestal sobre el que se apoya cualquier avance tecnológico, que genera negocios, confort y desarrollo. ¿Cómo es posible que en un país como España se piense en recortar los presupuestos para la investigación científica? Es un suicidio, es cerrarse las puertas del futuro.
A nadie se le escapa que la investigación científica no da frutos de hoy para mañana. La falta de inventos de hoy se debe al regateo de dinero para la investigación de ayer. ¿Queremos repetir la experiencia? ¿Queremos encontrarnos, el día de mañana, comprando patentes fuera? ¿Queremos hipotecar, una vez más, nuestro futuro?
No es la primera vez que apostamos por esa política suicida, ya nos costó, en su día, perder el tren del desarrollo; con lo que conseguimos convertir a este santo país en uno de los más pobres de Europa. Era en los tiempos en los que Unamuno decía aquello de ¡Qué inventen ellos! Y así nos fue.