domingo, 11 de noviembre de 2007

¿Les conté lo del ratón?

Pues va y resulta que me quise comprar un ratón inalámbrico nuevo para mi flamante portátil, y voy a una tienda de esas de buen precio y pido uno. Como tengo sistema operativo nuevo, y aunque ya había comprobado que el de un amigo funcionaba sin problemas, pido al dependiente poder probarlo. El maldito ratón viene incrustado en un envase enorme del que hay que liberarlo. Con la confianza que da la ignorancia rompo el plástico por completo, meto el «lápiz» en el USB, y no pasa nada, o peor ¡no funciona! Estoy desolado. ¿Es mi sistema operativo que no lo reconoce? ¿Necesita drivers? En la caja no vienen. ¿O es el ratón que no funciona? Se lo llevo al dependiente. Lo mete en su ordenador y... ¡No funciona! ¡Maldita sea! He ido a dar con el único ratón inalámbrico del mundo que viene estropeado de fábrica. Y para más inri en la tienda no tienen otro. Allí se queda el ratón estropeado y la caja destrozada.

En fin, me marcho de la tienda sin mi ratón y busco otra, de las de precio ajustado. Pido un ratón inalámbrico y decido probarlo allí mismo no sea que... Afortunadamente esta vez se puede abrir la caja sin necesidad de romperla. Vuelvo a meter el «lápiz» en el USB y ¡No funciona! No puede ser. Entonces, el amable dependiente me dice: —Esto les pasa a muchos. Verás hay que apretar aquí, y me descubre un botón en el «lápiz», y aquí, y me enseña un botón en el ratón. ¡Y todo comienza a funcionar como por arte de magia!

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